sábado, 14 de enero de 2012
¡Es la cultura, estúpido! Y la ENT a punto de cerrar
El Gobierno UPN-PSN dejó claras sus prioridades presupuestarias (y, por tanto, políticas, sociales y económicas) para 2012, al concretar las partidas y los programas en los que gastar y aquellos en los que meter la tijera. Entre esas prioridades no está, como es bien sabido, la cultura, objeto de una verdadera escabechina presupuestaria; ni siquiera la educación, que precisamente por la crisis debería estar en el centro de todas las políticas. Luego no está entre las prioridades, y por partida doble, la Escuela Navarra de Teatro (ENT). Incluso algún conspicuo representante de UPN se dedicó a desprestigiarla mediante una exhibición cruel, injusta y falsa de algunas cifras parciales y cálculos de muy grueso trazo, que dejan traslucir un afán manipulador, cuando no franca aversión. Ello obligó a representantes de la Escuela a salir a la plaza pública a explicar minuciosamente sus actividades, sus fuentes de financiación y el uso que del dinero asignado hasta ahora por los presupuestos de Navarra han hecho. El gesto les honra y debería ser imitado. Pero lo pueden hacer porque no tienen nada que ocultar.
No se trata de hacer aquí una glosa de la historia de la Escuela, que cumplió veinticinco años en 2010. Pero sí conviene aclarar que las actividades de la ENT se desenvuelven a caballo entre la educación y la cultura, en un ámbito que se resiste a las frías delimitaciones administrativas, pero que algún problema genera cuando dependencias gubernamentales lo usan como excusa para pasarse la patata caliente. La Escuela desarrolla actividades educativas regladas y no regladas, así como de investigación; mantiene una biblioteca especializada de uso público; y realiza un sinfín de otras actividades que van más allá de la mera formación y se adentran en la cultura con mayúsculas. Ciertamente, muchas de estas actividades se financian con dinero público, al que se accede mediante concursos. Todo ello le permite desarrollar un método de trabajo integrado que aprovecha sinergias y optimiza (esa palabra tan en boga y tan mal entendida y utilizada) el uso de todos los recursos disponibles: tanto hablar de optimización a cada ocasión y no la reconocemos cuando la tenemos delante. De hecho, a pesar de las tergiversaciones que interesadamente se han lanzado a la opinión pública, la ENT sólo obtiene a través de los presupuestos de Navarra algo menos de la mitad de su financiación total, porcentaje notablemente reducido y que resiste airosamente cualquier comparación con tantas entidades que, sin embargo, alardean de su entronque privado.
A ello hay que añadir que el arte dramático tiene escasa presencia en el panorama cultural y educativo navarro, a diferencia de otras enseñanzas artísticas, como las musicales (que también tienen que apechugar con lo suyo: en la inauguración de la Ciudad de la Música Barcina se apuntó como timbre de gloria esas escuelas municipales de música a cuya asfixia está contribuyendo tan activamente). Por tanto, la desaparición de la ENT dejará un verdadero agujero negro cultural, una laguna impropia de esa sociedad avanzada que continuamente nos venden.
Contamos, pues, con una infraestructura excepcional y la vamos a dejar desaparecer. ¿Por qué razón? ¿La crisis? La crisis es el argumento fetiche, un talismán argumentativo que lo mismo sirve para un roto que para un descosido, lo mismo se aplica a la renta básica, que a la sanidad que a la educación. La razón es, dicen en el Gobierno de UPN-PSN, la crisis. Y todos tan panchos. Los economistas solemos recurrir a menudo al concepto de coste de oportunidad, que es el coste de la mejor alternativa a la que se renuncia cuando se toma una decisión. ¿Cuál es el coste de oportunidad de ahorrarse apenas medio millón de euros en la ENT? ¿Sufragar la octava parte del déficit que anualmente nos va a dejar el Circuito de Los Arcos? ¿O el de Sendaviva?
También se dice que las partidas nominativas son un agravio comparativo en los presupuestos. Para intentar remendar, que no enmendar, el despropósito y que no se note mucho, se anunció ya en diciembre una convocatoria de ayudas a proyectos culturales por un importe de 1,4 millones de euros en 2012. Pero tiene trampa, porque se limita la cuantía máxima que se puede percibir, así como el número de proyectos a subvencionar, por lo que la ENT podría obtener hasta la cuarta parte de esa cantidad y para un proyecto concreto. Así pues, no sólo se reduce drásticamente, incluso en el mejor de los casos, la financiación, sino que se da al traste con ese enfoque integrado de la actividad de la ENT, en el que ha sido pionera y que constituye ahora la tendencia general.
A día de hoy la Escuela se ha visto obligada a aplicar un ERE y a reducir al mínimo sus actividades, asfixiada económicamente. Así es la gestión cultural en Navarra. Se persigue la cultura y se gestiona la no-cultura. Se habla mucho de modernidad, se hacen brillantes informes (brillantes por el papel couché en que se imprimen) sobre lo bien que estamos, pero a la hora de dar tajos presupuestarios no hay más que fijarse en la I+D, la inversión, la educación o la cultura, especialmente la cultura. Pero es lo que hay. A la derecha le molesta la cultura. No hace tanto se aspiraba a que Pamplona fuera nada menos que Capital Europea de la Cultura con un proyecto ñoño basado en los toros. Y el ensañamiento con la ENT da que pensar. Diríase que a UPSN no le importaría que hubiera una escuela de teatro, siempre que fuera SU escuela. Para representar autos sacramentales, supongo.
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Hola, Juan Carlos: soy Amelia Gurutxarri, profesora de la ENT/NAE y miembro del equipo que la gestiona. En estos momentos en el que todo nos resulta tan difícil, leer un artículo como el que has escrito además de emocionarnos nos da más fuerza para seguir adelante. En nombre de de la escuela, GRACIAS. De todo corazón.
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