Nafarroa Bai parece condenada a un
estado de perpetua incertidumbre. A las lógicas fricciones ligadas al
funcionamiento ordinario y que se plantean en cualquier organización (quizá en
este caso con mayor acritud por tratarse de una coalición en la que, por tanto,
la cadena de mando es más difusa), se han añadido otras de carácter
existencial. Los meses que se vivieron hasta el cierre de lo que se dio en
llamar Nafarroa Bai 2011 fueron agónicos y mantuvieron a muchas personas
durante mucho tiempo en una zozobra constante. Finalmente el proyecto salió
adelante y, después de resistir el embate de Bildu, tras una legislatura con
muchas más sombras que luces, con casi todo en contra, Nafarroa Bai consigue
mantener el tipo en el Parlamento de Navarra y continúa siendo, con diferencia,
la segunda fuerza en Pamplona. No es poco. Porque, además, y ésa es seguramente
la más valiosa aportación de Nafarroa Bai, se configura un espacio propio
fundamental para que el cambio en Navarra llegue a ser posible. Hay ahí un capital
acumulado que sería una lástima, y un grave error, desperdiciar.
viernes, 2 de septiembre de 2011
jueves, 1 de septiembre de 2011
Ayudar a las concesionarias de autopistas, otra forma de política social
Es cosa sabida que la crisis afecta a
todo el mundo. O casi, porque siempre hay quien se beneficia hasta de las situaciones más dramáticas, sea
en el orden que sea. Pero podemos acordar sin mayor controversia que los
damnificados por la crisis son legión. Sabemos que bancos y cajas han padecido
sus zozobras. También constructoras y, sobre todo, promotoras, impelidas a
veces a suspender pagos e interrumpir su benemérita actividad. En una sociedad
que tiene a gala disponer de abundantes mecanismos de solidaridad para ayudar a
los más desfavorecidos, era de justicia acudir en su socorro, aunque para ello
hubiera que endeudarse hasta las cejas, tener que vender las joyas de la abuela
(eso significa privatizar la lotería) o apretar las clavijas a toda esa turba que
pretende, habráse visto mayor desparpajo, vivir tan ricamenter de los subsidios
públicos. O de esos pensionistas, gorrones inveterados, empeñados en que sus
cuantiosos ingresos no sufran merma, aunque sea a costa de esos humildes fondos
tan trabajosamente reunidos en paraísos fiscales.
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