En primer lugar hay fantasmas
enteros, incólumes, que exhiben su vacua e inútil integridad como desafiante
monumento al derroche. Veamos dos ejemplos señeros. Uno, la Residencia Félix
Garrido, en la que se han gastado 4,5 millones de euros, inaugurada a finales
de 2010 (qué casualidad) y hoy amueblada, preparada para acoger pacientes que
no llegan. Se aducen razones de procedimiento administrativo pero seguro que,
ingenuamente, a mucha gente le dará por pensar en elecciones, campaña electoral
y recortes. Porque si el centro era necesario, ¿a qué viene el lujo de tenerlo
vacío? Y si no lo era (hipótesis que no comparto), ¿a qué viene semejante
despilfarro? Otro ejemplo es el centro de menores de Ilundain. No hace mucho el
fiscal superior de Navarra advirtió de la urgencia social de abrirlo y, sin
embargo,está inaugurado desde el 2 de febrero, después de gastarse 6 millones de
euros. Al parecer, carecía de licencia de apertura y su gestión se
pretendía adjudicar a dedo. Ahora está atrapado en una maraña de regulaciones,
informes y discusiones técnicas y administrativas que debieran haberse resuelto
hace mucho. Una instalación fantasma que quizá (es una propuesta para alimentar
las arcas públicas) podría utilizarse para rodar películas de terror, al estilo
de la muy recomendable Grave Encounters.
Tenemos una segunda categoría de fantasmas
menos afortunados (para bien o para mal), condenados a permanecer en estado de
esqueleto no se sabe por cuánto tiempo. El caso obvio es el del Reyno Arena,
tan necesario como urgente cuando se acometió y paralizado hasta más ver (sine die, o sain dai, que diría un eximio prócer foral). El problema de este
fantasma no es su finalización per se
(es una obra tan excesiva como innecesaria), sino lo ya gastado. Ahí está
también el edificio de los juzgados de Tudela, cuya finalización se pospone al
próximo año y que, entretanto y a expensas de que se cumpla el nuevo plazo,
exhibe sus desoladas descarnaduras en el paisaje del invierno tudelano.
Pero también hay fantasmas de
carne y hueso, que el Diccionario define como "persona envanecida y
presuntuosa", acepción mucho más benévola que la que el habla popular
adjudica a dicho término. Son fantasmas que producen o generan fantasmadas,
algunas de ellas nada inocentes y muy costosas económica o socialmente. Entre
estas (no hace falta identificar los fantasmas: por sus obras los conoceréis),
se pueden destacar tres: una, el Complejo Médico Tecnológico, presentado con
todo boato y que ha generado un gasto de más de 180.000 euros sin pasar del
papel, para terminar arrumbado en el cajón de los despropósitos sin más
explicaciones. Otra, la fallida oferta pública de empleo, enmendada estando ya
convocada y con cientos de personas afectadas en sus expectativas y en su
peculio. Trae su causa inmediata de la chapuza y el desbarajuste en que se ha
desenvuelto la gestión económica y presupuestaria de Navarra este año. Una tercera,
los sueldos gubernamentales. Fracasado el intento de financiar sobresueldos con
órganos clandestinos, se recurre al presupuesto y se fijan subidas que son
pretendidas bajadas. Se llega a decir que toca trabajar más por menos. La
presidenta se sube el sueldo un 33% (una redacción farragosa pretende, para
colmo, colar que el complemento de marras es del 25%), pero se vende sin rubor
una reducción del 43%. Toda una ofensa al sentido común, intentando convencer a
la opinión pública de que arriba es abajo y abajo es arriba.
Para completar la lista, el
fantasma "espada de Damocles" (de Demóstenes, que diría un eximio
prócer foral). Es un fantasma, en tanto que inexistente o falso (séptima
acepción del DRAE), pero contiene la amenaza de hacerse real. Habrá más
ejemplos, pero el más conspicuo es, sin duda, el Centro Temático del Encierro y
los Sanfermines, un mutante que ha ido variando su naturaleza y al que Barcina considerara
en su discurso de investidura nada menos que "el buque insignia del
turismo" en Navarra. Tras varios cientos de miles de euros gastados en
proyectos y planes de viabilidad, hoy es una idea aparentemente abandonada
pero, me temo, aguardando el momento de demostrar su costosa inanidad tras la
hojalata de un vallado de obra.
Navarra, tierra de fantasmas... Y
de fantasmones.
¿Y del TAV no hablas? ¿Acabará en un campo de trigo? ¿Por qué no enlada primero con la CAV en vez de hacer experimentos hacia el sur de la península? ¿Que va a llevar a Europa, el paro de Valencia?
ResponderEliminarHay muchos fantasmas. También el Moderna. Pero cada cosa a su tiempo. Y, si se me permite, reivindico mi autonomía para decidir de qué temas hablar.
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