Desde que se inició la
legislatura foral, allá por el mes de junio, hemos asistido al lamentable
espectáculo de una sucesión de versiones del presupuesto a rebufo de
circunstancias que tienen más que ver con la irresponsabilidad y la renuencia a
trasladar a la opinión pública el estado real de las cuentas, que con la
coyuntura económica como tal. Ciertamente, la situación económica ha ido
empeorando en la segunda mitad del año y ello habrá influido, entre otras
cosas, en el estado de ingresos y gastos públicos. Pero ello no justifica el
baile de correcciones y, sobre todo, de explicaciones contradictorias entre sí
y a menudo absurdas. Se abona así la impresión de que las cuentas públicas de
Navarra siguen siendo un desbarajuste. Tengo serias dudas de que los miembros
del Gobierno —con la probable, pero no evidente, excepción del Consejero
Miranda— estén al tanto de la situación y mucho menos de que lo estuvieran al
inicio de la legislatura o cuando aceptaron sus nombramientos.
Recientemente el Consejero
Miranda, al hablar del cierre de las cuentas de Navarra de 2011, alardeaba de
haber alcanzado el objetivo de déficit. Incluso con creces, al haberse quedado
en el 1,2% del PIB, en lugar del 1,3% establecido. Claro que se curaba en salud
al advertir que hay un desacuerdo con el Estado y Eurostat (el organismo
estadístico de la Unión Europea) sobre la inclusión en el déficit de la Autovía
del Pirineo. De incluir esta obra en el cálculo del déficit en términos de
Contabilidad Nacional, éste pasaría a ser del 1,7% del PIB. La cuestión puede
parecer baladí, pero es una buena muestra de cuanto digo. Intentaré explicarlo.
Aunque hay distintos conceptos
de déficit, normalmente se entiende por tal la diferencia entre gastos e
ingresos, por ejemplo en un año. En la Unión Europea existe un Pacto de
Estabilidad y Crecimiento (sic) que establece un déficit máximo del 3% del PIB.
Cuando un país sobrepasa dicho nivel, se inicia un Procedimiento de Déficit
Excesivo (PDE), que implica un programa de estabilización y de aproximación del
déficit a ese objetivo. Con el fin de unificar criterios de contabilización y
evitar la creatividad contable, esto es, el maquillaje de las cuentas
recurriendo a mecanismos diversos, Eurostat estableció unas normas de cálculo,
a partir de las cuales se obtiene el denominado “déficit en términos de
Contabilidad Nacional”, que es el que vale a efectos del PDE. Su valor no
coincide exactamente con el déficit presupuestario porque utiliza criterios más
estrictos.
Como ya es sabido, la primera
mitad del pasado año estuvo presidida por el triunfalismo oficial y una
cuidadosa ocultación del estado real de las finanzas públicas, que se
desbocaban como consecuencia del derroche y la mala asignación de los recursos
disponibles. Derroche y ocultación que seguramente tuvieron mucho que ver con
que hubiera elecciones en mayo. El propio PSN, corresponsable del estado de
cosas, parece que se llevó una sorpresa mayúscula al llegar al Gobierno y fue
Roberto Jiménez el iniciador de la oleada de metáforas médicas para referirse a
la situación. A primeros de septiembre se adelantó la necesidad de un ajuste
(recorte) de 327 millones de euros, que finalmente quedó (28 de septiembre) en
294 millones, siempre incluyendo entre los ajustes de Contabilidad Nacional la
Autovía del Pirineo. La razón del ajuste, se dijo, era poder cerrar el año con
un déficit máximo del 1,3%.
A mayor abundamiento, el 15 de
noviembre el Consejero de Economía, al explicar en la Comisión de Economía del
Parlamento el desglose de los ajustes de Contabilidad Nacional en el cálculo
del déficit de 2011, incluyó 100 millones de euros correspondientes a la
Autovía del Pirineo. ¿Por qué en noviembre sí y en enero no? ¿Qué ha ocurrido desde
entonces para ese cambio de opinión?
Eurostat establece que las
obras realizadas mediante el procedimiento de peaje en la sombra (y en general
las realizadas mediante las denominadas Asociaciones Público-Privadas) deben
contabilizarse cada año por la parte proporcional de la obra ejecutada, aunque
no haya supuesto desembolso alguno a las arcas públicas. Los manuales al uso,
tanto el de Eurostat como el del Ministerio de Hacienda, y salvo mejor opinión,
son bastante claros al respecto. Sin embargo, el criterio del Gobierno de
Navarra es el opuesto y entiende que la Autovía del Pirineo no debería
contabilizarse.
Pero la cuestión va más allá
de una mera diferencia de opiniones. Si, como no se cansan de repetir los
representantes de UPN, la prioridad es cumplir el objetivo de déficit, lo
lógico sería aplicar los criterios de quienes van a determinar si dicho objetivo
se ha cumplido o no. Que posteriormente nos dan la razón, miel sobre hojuelas;
habrá un motivo más para dar una rueda de prensa y proclamar al mundo nuestra
excelencia. A falta de explicaciones convincentes por parte de quien debe
darlas y no las da (con una considerable falta de respeto, todo sea dicho, al
Parlamento), la impresión que se saca es, simplemente, que no cuadran las
cuentas.
En suma, a pesar de los
recortes presupuestarios, incluyendo partidas muy sensibles socialmente; a
pesar de que se bajó la persiana gubernamental en noviembre para no pagar
facturas; a pesar de que se han trasladado partidas a 2012, lo que hace que el
recorte de hecho sea mayor de lo reconocido; a pesar de todo esto, el Gobierno
de Navarra tiene un desfase presupuestario de 100 millones de euros. Y pretende
taparlo por el sencillo procedimiento de sacarlo del presupuesto. No sé qué
pasará al final. Quizá, aunque sea poco probable, Eurostat termine por dar la
razón al Gobierno de Navarra. Ojalá. Pero, se coloque donde se coloque esa
partida, la trampa y el desfase presupuestario siguen ahí.
Resulta que al campeón del
objetivo de déficit, al adalid de la ortodoxia económica, no le salen las
cuentas, después de haber anatematizado a quienes las ponían en tela de juicio,
como reos de horrendos crímenes contra la recta administración de los recursos
públicos de Navarra. Su respuesta, un nuevo ejercicio, el enésimo, de
contabilidad creativa.
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