miércoles, 22 de febrero de 2012

Reforma laboral, reactivación económica y creación de empleo


La reforma laboral está dando mucho que hablar, y con razón. Cuanto más y más profundamente se analiza, más espanta, por lo que significa de banalización del trabajo y unilateralización extrema de la relación laboral. Todo queda en manos de la empresa, que podrá hacer y deshacer a voluntad y se da un paso no menor hacia la consideración del trabajo como pura mercancía. El retroceso es claro y significativo y quizá el resultado final no ande lejos de los peores momentos de la explotación de la mano de obra en los albores del capitalismo contemporáneo.

No voy a abundar aquí en los rasgos fundamentales de la reforma, que ya han sido suficientemente destacados. Pero sí centrar el enfoque en algunas cuestiones que se asocian reiteradamente a la misma y que pueden difuminar, disfrazar o falsear su alcance y contenido real.

Así, se dice, y es una vieja cantinela liberal, que la reforma laboral es necesaria para la recuperación de la actividad económica. Hace muchos años que se viene repitiendo. Ya durante la crisis de los setenta se insistía una y otra vez en ello, tanto por economistas académicos como en informes y recomendaciones de organismos internacionales (FMI, OCDE). Aunque intentaba aplicarse la receta con generalidad, en el caso español se atacaba con particular virulencia la pervivencia de las ordenanzas laborales franquistas, que introducían una considerable rigidez en el mercado de trabajo. Y algo de verdad había: España, con la legislación más proteccionista, terminó con la tasa de desempleo más elevada de la OCDE. Lo mismo que en el último ciclo expansivo se alcanzaron tasas de paro históricamente bajas, con la legislación laboral que tanto se critica ahora. Entretanto, se han sucedido reformas laborales que han ido flexibilizando el mercado de trabajo hasta extremos inusitados. Por tanto, el problema no está ahí y es social y económicamente inadmisible que se reiteren argumentos de los años setenta como si no hubiera pasado nada desde entonces.

Primero se atacó la cuestión de la entrada al mercado laboral, con una batería de contratos —contratos basura— que facilitaban todo tipo de contratación. Dado que el problema persistía —un elevado desempleo de larga duración—, el punto de mira pasó a la salida. El problema, se dijo entonces, estaba en las elevadas indemnizaciones por despido que, de rebote, conducían a la dualización del mercado de trabajo. La última solución, reducir expeditivamente esas indemnizaciones. Se llega al extremo de prohibir el despido “exprés”, que era un mecanismo por el cual la empresa reconocía la improcedencia del despido e indemnizaba con 45 días. En cierta manera, podría decirse que la nueva norma pretende, no ya facilitar, sino obligar a las empresas a reducir sus indemnizaciones. Pero ello no sólo no ataca la dualización, sino que previsiblemente la intensificará.

Pues bien, no está nada claro de qué forma la reforma laboral puede ayudar a la reactivación económica, particularmente si tenemos en cuenta la situación de profunda crisis que atravesamos. En todo caso, si hay algún efecto, será el de agudizar la depresión, por cuanto generará más desempleo a corto plazo y empobrecerá a las personas empleadas, con su consiguiente impacto (negativo) sobre la demanda agregada. A su vez, ello puede conducir a un empeoramiento de las expectativas y nuevas rondas de destrucción de empleo. Porque no nos engañemos, argumentar en términos de ganancias de competitividad frente al exterior es falaz puesto que el número de empresas exportadoras es muy reducido y el impacto positivo procedente de las exportaciones será previsiblemente menor que el negativo de la depresión de la demanda interna.

Por tanto, si la reforma laboral per se dudosamente va a contribuir a la reactivación económica, tampoco lo va a hacer a la creación de empleo, si acaso a su destrucción. Sus mismos defensores admiten que así ha de ser, fiando la generación de empleo a un futuro más o menos lejano (el presidente de la CEOE dice que seis meses, otros hablan de dos o tres años). No se olvide que las empresas sólo crean empleo si el contexto es favorable, haya o no ayudas. Si sobrevenida esa situación pueden contratar y despedir con facilidad, encantados. Pero, como ocurre a menudo, lo que es bueno para agentes concretos no tiene por qué serlo, y en este caso no lo es, para el conjunto de la economía. Y sale a relucir mucho la palabra flexiseguridad, como si fuera un talismán, pero lo cierto es que la reforma se centra en la flexibilidad y arrumba la seguridad en beneficio de la mencionada unilateralidad.

Pero el sistema de relaciones laborales, como largamente demuestra la experiencia, sí que afecta, a medio plazo, al tipo y calidad del empleo que se crea. ¿Cuál ha sido el problema de la última expansión? Precisamente que se creó mucho empleo, pero de ínfima calidad, por lo que en cuanto cambió el ciclo económico ese empleo se esfumó como si fuera humo. La reforma laboral no sólo no va a cambiar tal estado de cosas, sino que lo va a agudizar, pergeñando una economía de empleos precarios y salarios bajos, con pocos incentivos para la inversión en formación de la mano de obra y para la búsqueda de incrementos de productividad sólidos. Lejos, pues, de sentarse las bases para un cambio económico estructural que fomente sectores de mayor nivel tecnológico y requerimientos de cualificación, se profundiza en un modelo que revela, a cada recesión, sus limitaciones y su inmenso coste social. Pretender ganar competitividad a base de reducciones salariales es una batalla perdida.

Si a la reforma laboral unimos la legislación sobre el salario mínimo, no tardaremos en ver consolidarse entre nosotros esa lacra de muchos países “desarrollados” que son los trabajadores pobres (personas que trabajan y, sin embargo, se mueven en las proximidades del umbral de pobreza), cuando la exclusión social campa ya a sus anchas. Mal vamos por esos derroteros.

1 comentario:

  1. Una pagina interesante sobre la reforma.
    http://laboro-spain.blogspot.com/2012/02/ejemplos-reales-de-aplicacion-de-la.html

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