Dice Barcina que la eurorregión es una obsesión nacionalista. Efectivamente, lo es: una obsesión de su (de ella) nacionalismo casposo, el que prefiere honra sin barcos y destruye sólo por el afán de imponer sus obsesiones y fantasmas en forma de dogmas. Sanz perdió un tren (iría a demasiada velocidad para sus entendederas; y ya es decir, tratándose de procesos europeos) en 2009. Dos años después, Barcina no es que lo pierda, es que se ha metido en la cafetería de la estación para que quede claro que desea perderlo. Y así nos va. Entonces (diciembre de 2009), escribí una entrada en este blog. Como las cosas no han cambiado (el asunto sigue ahí, la contumacia en el dogma y la perseverancia en la miopìa también), me limito a poner aquí el enlace. Donde pone Sanz léase Barcina. Lo demás era igual de válido, creo, hace dos años que ahora. El enlace es:
Sanz y la eurorregión: aislarse de Europa para aislarse de "los vascos"
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