Como es conocido, el pasado 8 de mayo el Gobierno de Navarra presentó un
Plan de Acción 2013-2015, que intenta ser, dicen, un revulviso para la reactivación económica y la creación de empleo. Presentado con la parafernalia habitual, parece algo consistente y audaz. Hurgando con detenimiento vemos que, al menos en cuanto tal Plan no es más que humo, apenas tiene sustancia. Nada nuevo, por otra parte. Constituye una vieja costumbre en UPN. Se cambia la envoltura de lo que se está haciendo, se le pone otro nombre y listo. Un ejemplo clamoroso, pero no el único, fue el Plan Navarra 2012, cocinado al alimón con el PSN. Pero era cocina de aprovechamiento, de restos. Algo parecido pasa ahora. Apenas hay novedades y las que hay han sido en muchos casos reclamadas por el Parlamento o grupos de la oposición sin ningún éxito. Por supuesto, hay que felicitarse por ello, pero, si eran tan sensatas como para formar parte de este plan, no se entiende bien que el Gobierno haya tardado tanto.
Tanto el procedimiento como el contenido no son sino un reflejo de la situación de Navarra, con un Gobierno desconcertado, desbordado por una situación que ha contribuido a crear e incapacitado para enfrentarse a ella. Un Gobierno sin ideas y sin iniciativa, agotado sin haber cruzado el ecuador de la legislatura y, para colmo, con su misma cabeza judicialmente en entredicho.
Con el fin de no ser excesivamente prolijo en el análisis de las medidas del Plan de Acción, he resumido lo esencial del mismo en una serie de figuras que quizá sirvan para hacerse una idea cabal de su contenido y alcance real.
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