Tiene razón Santiago Cervera en el artículo publicado el sábado uno de noviembre en Diario de Noticias. Al menos en el diagnóstico que hace del resultado de tantos años de gobierno de UPN y la generación de una auténtica casta de cazadores —término más apropiado que el de «buscadores»— de rentas, un entramado confuso de empresas, empresarios, profesionales, algunos de toda la vida, otros recién llegados, muy puestos en los entresijos del presupuesto y expertos en su ordeño eficaz, sistemático y exhaustivo. La mayoría ha medrado al calor de la obra pública, pero no es el único campo de juego y el de las prestaciones sociales también ha permitido negocios muy rentables y pingües beneficios. En demasiados casos no es aventurada la sospecha de que muchas iniciativas, ya sean de obras públicas, servicios sociales, política tecnológica o diseño urbano, se ponen en marcha no tanto por su aparente justificación económica, política o social, sino únicamente para alimentar esas «ventajas y parabienes» de que habla Cervera y que no siempre es fácil distinguir del puro saqueo. El gran problema es que este núcleo ha adquirido una fuerza considerable y se ha convertido en un agente activo de la política de Navarra. La alarma que se generó en su seno ya antes de las elecciones forales de 2007 y muchas actuaciones posteriores (entre las que destacan las del hostelero —¿confundirán algunos hoteles con pensiones?— maldito del PP) tienen mucho que ver con el desenlace del entuerto y el mantenimiento del statu quo. Se pasa así de una relación parasitaria a otra simbiótica. Para cerrar el círculo faltaba un simbionte, tan esencial como experto en esas lides. Ahí está la clave fundamental del revuelo de las últimas semanas, el cambio de pareja de UPN y el cabreo de Cervera.
Otra cosa es que meta en el mismo saco (seguramente para que no parezca que sólo arremete contra UPN) demandas sociales para satisfacer necesidades básicas. O que alardee de liberalismo, cuando estamos asistiendo al enésimo fracaso de la ensoñación liberal. O que, siendo tan consciente de la situación, sólo la haya denunciado cuando parece irle mal en UPN (por no decir que le han dado la patada). No lo hizo siendo consejero y mucho menos —todo lo contrario— lo hizo en la última campaña electoral.
Si buscas en este enlace, encontrarás lo que pasa en la planta cuarta de la CLÍNICA UNIVERSITARIA
ResponderEliminarhttp://crimenesopus.blogspot.com/
por ejemplo, una puede encontrar esto en este link:
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Lo peor es que el cáncer del cemento ha metastatizado y se ha extendido hace años de UPN a UGT-PSN a CCOO, para seguir extendiéndose por ediles de otras formaciones, que han puesto su granito de arena en la especulación salvaje, a veces queriendo, a veces inducidas por terceros.
ResponderEliminarLa recalificación de terrenos rusticos en urbanizables e industriales, sin rastro de estudios de necesidad o planificación se ha convertido en el deporte de moda, desde el Noroeste de Navarra, hasta el sur, pasando por los superpelotazos de la cuenca, que pronto pasarán a los anales de la corrupción.
Claro que Egues, Gendulain o Sarriguren dejan a Lekunberri y otros, al nivel de trastadas de aprendiz...