Hubo, pues, desmentidos de la Delegación del Gobierno, así como de cuerpos y sindicatos policiales, pero al parecer importaba poco. Finalmente se supo que todo procedía de unos partes de incidencias de los empleados de seguridad en los que se daba cuenta de fumaderos ilícitos en los lavabos, pintadas con tiza, colocación de carteles y hasta pequeños fuegos provocados por paseantes descuidados, junto a actos puramente políticos o reivindicativos (entre ellos una protesta contra el plan Bolonia convocada en toda la Unión Europea) y algunos otros, excepcionales, que podrían caber en la acepción de vandálicos.
Inmediatamente se desencadenaron todos los demonios. La ofensiva fue acaudillada por Sayas, con alguna intervención estelar de Barcina; es decir, dos miembros de lo que podríamos llamar la trinidad pirómana de UPN. El tercero, el diputado Salvador, no compareció en esa ocasión.
Ya en los inicios de la ofensiva, a finales de noviembre de 2009, Sayas había afirmado que el rector de la UPNA “permite que la UPNA sirva de jungla para que los radicales hagan alarde de toda su artillería de apoyo a ETA y su entorno”. Cuando quedó claro que el informe era falso, sostuvo que los actos vandálicos de la izquierda abertzale en la UPNA eran una realidad, “haya o no informe policial”. Por su parte, Barcina vinculó la calidad docente de la UPNA con la existencia de una “minoría violenta”. Eso sí, después de proclamar su apoyo incondicional al centro. El actual portavoz del Gobierno, Sánchez de Muniáin, se preguntaba en un escrito publicado el 27 de enero de 2010 si en el apoyo a ETA hay más impunidad dentro que fuera de la Universidad y consideraba necesario “reconocer que en la UPNA existe un grave problema de convivencia”.
¿Les suena todo esto? ¿No es un déjà vu? El método seguido, el origen mediático, la excusa utilizada, la misma incorporeidad del “informe”, el tono de las declaraciones o los actores más directamente implicados en la maniobra son prácticamente iguales que los que encontramos en la brutal acometida contra el modelo D.
Lo que en el caso de la UPNA no era más que una burdo manejo de aficionados, alcanza niveles de apoteosis en el del modelo D. Según el consejero Sánchez de Muniáin el Ministerio del Interior ha reconocido su existencia, negando al mismo tiempo la posibilidad de hacerlo público, por su carácter reservado (reservado o ilegal, o ambas cosas). Y ha citado en el Parlamento párrafos de una carta recibida, al parecer, como respuesta a una consulta al efecto. Un portavoz del PP vasco habló de una “tesina” elaborada por un guardia con fines de promoción interna. El Ministro del Interior responde a un diputado de Amaiur que no se ha elaborado ningún informe sobre la educación en Navarra. El cúmulo de despropósitos es grande. Para colmo, tanto UPN como el PPN se indignan cuando se pone en cuestión, a tenor de lo que se ha filtrado, el rigor del supuesto informe, aludiendo a los miembros de la Guardia Civil asesinados, como si una cosa tuviera que ver con la otra (curiosamente, el PP no tiene reparo alguno en cuestionar informes policiales cuando afectan a su contabilidad B).
Sea cual sea la verdad, es grave en cualquier caso. Si el informe realmente existe y es oficial, habrá sido necesario, para llegar a la conclusión publicada, confeccionar fichas individuales del profesorado. Además, se habrá asignado a cada persona una ideología, filiación o militancia política. ¿De dónde procede esa información? ¿Es legal? Pero es que, además, tal conclusión requiere para ser válida que haya sido obtenida con un mínimo de rigor estadístico. ¿Se ha controlado el conjunto del sistema público? ¿Y el modelo D en su totalidad? ¿Y el conjunto de modelos educativos, públicos y privados? ¿Se ha hecho algo así? Y si es así, ¿es legal?
Si, por el contrario, se trata de una “tesina”, ¿significa que su autor ha tenido acceso a datos individuales de personas? ¿Los datos personales contenidos en ordenadores de la Guardia Civil son accesibles a cualquiera? ¿O ha habido trabajo de campo? ¿Cómo, por quién y en qué condiciones? Hay precedentes en esto de utilizar trabajos de medio pelo para basar campañas políticas, pero sorprende encontrar en una universitaria como Barcina tan pocos remilgos con cosas como el rigor, el método y las fuentes.
Si, finalmente, el informe es una patraña se cae incluso la excusa instrumental y queda, sola y desnuda, la verdadera motivación: un ataque furibundo al sistema educativo público, al euskera y a lo vasco en la plena acepción de la palabra.
Si en el caso de la UPNA se podía colegir una intención de desprestigiar al centro, quizá para alimentar otros bien cuidados (y subvencionados) campus, algo parecido puede estar ocurriendo con el modelo D. Es un modelo que funciona, con excelentes resultados y expectativas de futuro halagüeñas. Esta derecha de nuestros pecados, tan amante del mercado, lo subvierte sin reparar en medios cuando va por donde no les interesa. En este caso, generando dudas e intranquilidad en las familias.
En suma, nada sorprendente. Vino nuevo en odres viejos. O quizá vino viejo en odres viejos, el mismo vino de siempre, ya rancio, en un continente mohoso. Y UPN pisoteando sin rubor derechos y libertades de las personas para combatir sus fantasmas. Su miedo, en definitiva.
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