miércoles, 31 de julio de 2013

Algunos apuntes sobre las estadísticas laborales

Las estadísticas del paro suelen dar lugar a interpretaciones precipitadas que surgen, unas veces comprensiblemente y otras fruto de la manipulación interesada, de una lectura superficial. Las magnitudes macroeconómicas sirven para resumir información con fines de estudio y análisis. Pero muchas veces, la mayoría, nos dicen poco si no tenemos en cuenta lo que contienen. Es necesario, pues, escarbar en su contenido y desentrañarlo para llegar a conclusiones cabales sobre su valor en un momento concreto y, particularmente, sobre su evolución.
  
Los datos referidos al desempleo, como digo, son un buen ejemplo. En una entrada anterior ya comentaba la aparente paradoja de que se reduzca el desempleo y, sin embargo, se siga destruyendo empleo. Intentaré aclararlo.

La magnitud básica de las estadísticas laborales, y particularmente de la EPA, es la de población activa. Se trata de las personas que están en el mercado de trabajo. Para llegar a ese concepto es necesario ir haciendo ajustes a partir de la población total (véase el gráfico).
  
Un primer ajuste es el de aquellas personas que por razones legales no pueden trabajar, esto es, las menores de dieciséis años.
  
Del resto, no todos están en activo. Hay personas que son inactivas laboralmente hablando, por diversas razones: estudiantes, jubilados, personas incapacitadas para trabajar, las que han renunciado a buscar trabajo, las que se dedican en exclusiva a las labores del hogar (del propio, se entiende) o aquellas que, felices ellas, pueden permitirse el lujo de vivir sin trabajar (rentistas, por ejemplo).
  
Ya tenemos, pues, acotados los activos, que pueden estar en dos situaciones, ocupados o parados. No vamos a entrar aquí en la definición de ocupado, que tiene su miga. En todo caso, la tasa de ocupación es el porcentaje que representa la población ocupada sobre la activa. Y la tasa de paro es el porcentaje correspondiente de la población desempleada.
  
Es importante tener en cuenta que la población activa no es fija, sino que oscila: por un lado, hay entradas, tanto de jóvenes que se incorporan al mercado de trabajo (por edad o porque han finalizado sus estudios) como de inmigrantes y otros grupos de inactivos; por otro, hay salidas: jubilaciones, emigración o personas que dejan de buscar empleo (llamados "desanimados"). Las expectativas parecen influir en la población activa, que tiende a reducirse en fases agudas de crisis y crece con el ciclo expansivo.
  
Puesto que es el minuendo para calcular el desempleo (parados = activos - ocupados) y el denominador para calcular las tasas correspondientes (ocupación y paro), la variación de la población activa influirá por sí sola en ellas. Por ejemplo, manteniéndose igual el número de ocupados, una reducción de la población activa daría lugar a una reducción del número de parados; el aumento de activos generaría más desempleados. Con la tasa de paro ocurre lo mismo. A su vez, si el número de personas desempleadas se mantiene constante, un aumento de la población activa da lugar a una reducción de la tasa de paro (porque el incremento de activos se ha traducido en ocupados); una reducción de activos incrementa la tasa de paro (se han destruido empleos).
  
Lo normal es que, además de la población activa, varíen simultáneamente la ocupada y la desempleada. El efecto final depende de la combinación de esas variaciones:
Si crecen los activos y se reducen los ocupados, aumenta el desempleo.

Si se reducen los activos y se incrementan los ocupados, se reduce el desempleo.

Si crecen activos y ocupados, depende de las cuantías:
  1. Si los activos aumentan más que los ocupados, aumenta el desempleo.
  2. Si los activos aumentan menos que los ocupados, se reduce el desempleo.
Si se reduce tanto la población activa como la ocupada, volvemos a tener dos posibilidades:
  1. Si la población activa se reduce en mayor medida que la ocupada, se reduce el desempleo.
  2. Si la población activa se reduce en menor medida que la ocupada, crece el desempleo.
Ello explica la diversidad de situaciones que se pueden dar. Por ejemplo, en el segundo trimestre de 2013 en Navarra se ha reducido la ocupación (se han destruido puesto de trabajo) y, sin embargo, el paro disminuye en 2.600 personas. Ello se ha debido a la reducción de la población activa. Por tanto, el aparente buen dato de la reducción del desempleo no admite una interpretación positiva, sino todo lo contrario. Y debe llevar a una reflexión sobre los motivos que llevan a la reducción de la población activa.
  
Las estadísticas laborales dan para mucho más. Este es un pequeño apunte. Seguro que hay ocasión para seguir hablando de este tema.

1 comentario:

  1. Entonces no sería más adecuado valorar las altas y bajas en la seguridad social ?

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