martes, 17 de octubre de 2006

Pegenaute, las encuestas y la Ley del Vascuence

He decidido dedicar el 75% de mis oraciones diarias a pedir por la salud y el bienestar de Pedro Pegenaute, director general —ahí es nada— de Universidades y Política Lingüística. Sus intervenciones, sean en una materia u otra, pero muy especialmente las que tienen que ver con el euskera («bueno, vascuence»), son motivo de alborozo a la par que alimento cultural para nuestros ignaros y prosaicos espíritus. Bien pensado, no hay nadie en la Administración navarra tan de las hechuras del lehendakari Sanz (que es el único que le supera en locuacidad y enjundia, lo cual ya dice mucho en su favor). Como ambos demuestran una y otra vez, comparten un amor por la lengua vasca sólo superado por el que profesan por la castellana, cuidada con un mimo y un esmero de los que el magistral uso que de ella hacen es sólo un pálido reflejo.


Pero el señor Pegenaute añade a ésta otras muchas cualidades, consolidadas a lo largo de una dilatada carrera política, entre las que destacaría tres, porque son las que vienen al caso, a saber: el exquisito respeto por la verdad histórica, huyendo de manipulaciones, tergiversaciones y falsificaciones; una comprensión más que cabal de los datos y procedimientos estadísticos; finalmente, una devoción reverencial por la libertad, entroncado con las más profundas raíces de la navarridad que con tanto acierto encarna el lehendakari. No voy a entrar, pues, en el meollo de las atinadas declaraciones de Sanz y Pegenaute (y especialmente las de este último en Radio Euskadi el pasado
día 11) en relación con la lengua vasca (¿para qué aprender euskera pudiendo estudiar inglés? ¿en qué piensan los franceses llamando fromage a una cosa que se ve bien a las claras que es queso?) y con la universidad (el bilingüismo barato es carísimo y daría lugar a una mala
universidad). Veamos.

Dada la obsesión que parece haber últimamente en UPN por los sondeos (que, lejos de calmar los ánimos en el predio regionalista, añaden sobresalto tras sobresalto), seguro que alguien habrá en el partido capaz de explicarle al señor Pegenaute que la utilidad de un sondeo consiste precisamente (si se hace con el debido rigor técnico) en extrapolar los resultados al conjunto de la población objetivo. Decir que los partidarios de extender la zona mixta son el 1,57% de la población porque es el peso de los que han respondido así a la encuesta (149) en el total de la población de los municipios afectados (11.347), es un disparate de tal calibre que no puede ser fruto de la premeditación: nadie metería así la pata a propósito. Aplicar ese razonamiento en otros casos lleva a conclusiones llamativas. Por ejemplo, en el estudio de opinión publicado por el Parlamento en junio pasado (el denominado navarrómetro), declaran su intención de votar a UPN 484 personas, es decir, el 0,082% de la población. ¿Cómo, a la vista de tan magros apoyos, se atreven a seguir ocupando sus puestos el lehendakari Sanz o el propio señorPegenaute?

No es la única muestra de su capacidad para el manejo de datos. Hay otra, ligada además a su acreditada predisposición a la falsificación de hechos por más que los mismos sean sobradamente conocidos en sus menores detalles. Y expone sus versiones con desembarazo, sin rubor ninguno y con la firmeza y rotundidad de quien cree en lo que está diciendo. Su facundia permite disponer de numerosos ejemplos, que van desde los debates constitucionales a los informes europeos sobre la situación del euskera en Navarra, pasando por el proceso de creación de la Universidad Pública. Y, por supuesto, por la Ley Foral del Vascuence (LFV). Recuerda a la obsesión de Stalin por reescribir continuamente la historia y borrar de las fotografías a los que iban cayendo en desgracia. En versión Navarra-foral-y-española, faltaría más.

Dice el señor Pegenaute que la modificación de la LFV ha de hacerse con el mismo consenso que hubo en su elaboración. Es decir, según él, el acuerdo de UPN, CDN y PSN, que es, concluye, el ochenta y tantos por ciento de la población. La LFV obtuvo veintinueve votos favorables, tres en contra y hubo once abstenciones y siete ausencias. Apliquemos de nuevo el método Pegenaute de análisis de datos. Si atribuimos a cada lista la totalidad de votos que obtuvo en las elecciones de 1983, resulta que la LFV recibió un apoyo equivalente al 26% de la población (el 35% del censo y el 50% de los votos).

Pero la cosa no acaba ahí. Pegenaute el tergiversador da por hecho que la LFV fue aprobada por un amplísimo consenso que incluía a UPN. Sin embargo, votaron a favor el PSN, Grupo Moderado (encabezado, todo hay que decirlo, por el propio Pegenaute) y Grupo Mixto (fundamentalmente la entonces denominada Coalición Popular, cuyo portavoz era Del Burgo). Votó en contra EA (recién escindido del PNV) y se abstuvo UPN (según Alli, a la sazón portavoz, no era su ley). HB, con 6 escaños, no acudía al Parlamento pero se opuso a la LFV. Andando el tiempo y con UPN en el Gobierno se ha visto muy claro por qué no era su ley, y ello a pesar de que el debate parlamentario podó considerablemente el proyecto enviado por el Gobierno, ya de por sí pacato y alicorto; proyecto que UPN había combatido ásperamente.

La última perla de las declaraciones de Pegenaute puede ser muy ilustrativa del concepto de la democracia y la libertad que tiene el personaje. Así, dice que con su política (se está refiriendo a la que realiza la Dirección General de Política Lingüística) «se puede ser partidario de estar en una zona y otra». Acabáramos. Al señor Pegenaute debemos nada menos que la libertad de pensamiento y la de opinión. Y nosotros sin enterarnos. A ver cuándo nos concede, además, la libertad de expresión y podemos manifestarlo.

Decía que dedico el 75% de mis oraciones a pedir que Dios nos conserve este portento. El 25% restante es para Osasuna. No saben sus socios lo que se perdieron al no votarle como presidente, todos dormiríamos más tranquilos. Mi única duda es cómo demonios se llamaría ahora el club: ¿Salud? ¿San Francisco Javier Español y Navarro Universal? ¿CA Boina (que no txapela) Navarra?

(Diario de Noticias, 17 de octubre de 2006)

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