viernes, 18 de enero de 2008

Mujer e inmigración: una valoración socioeconómica

Las líneas que siguen recogen el contenido de mi participación en el encuentro organizado por Mujeres Progresistas de Navarra sobre el tema Mujer e inmigración hoy: un reto para la convivencia, un reto para el progreso (Pamplona, 16 de noviembre de 2007). Es sólo un esquema, resultado de un trabajo de documentación más que de investigación, pero quizá pueda ser útil para reflexionar sobre temas de gran calado social o servir como acicate para profundizar en su estudio.

1. Introducción: inmigración y tópicos

La inmigración ha crecido con gran rapidez en los últimos años, lo que seguramente ha contribuido a la generación de preocupación social, con la difusión de algunos tópicos falsos y dañinos para la convivencia social.

Frente a tales tópicos, se puede afirmar con mucha mayor solvencia que las personas inmigrantes no compiten por el empleo con la población autóctona; no saturan los servicios sanitarios, ocasionando el deterioro de su calidad; no son responsables de la pérdida de calidad del sistema educativo público; recurren a las prestaciones sociales en mucha menor medida que la población autóctona; generan un aportación neta positiva, tanto a la Hacienda Pública como a la Seguridad Social; con su actividad laboral, pero también —lo que se suele olvidar a menudo— de consumo, contribuyen a ensanchar la base productiva de la economía y a alimentar buena parte de los flujos económicos en los que se basa nuestro bienestar.

En suma, los inmigrantes, hombres y mujeres, son, en general, más contribuyentes que perceptores. Son usuarios de servicios generales, como sanidad y educación, pero su acceso a ayudas específicas (desempleo, VPO, becas) es mucho menor.

2. La inmigración en Navarra: algunos datos

Fuerte crecimiento de la población de origen extranjero (pasa del 1,7% de la población en 2000 al 9,2% en 2007), de la que el 46% son mujeres.

Mayor tasa de actividad que la población autóctona (77%, frente a una media del 61%).

Mayor temporalidad (60% frente a 27% en 2007).

Mayor tasa de paro (casi duplica la media de Navarra).

Las tasas de actividad de las mujeres inmigrantes varía según su origen, aunque no hay una pauta geográfica que lo explique.

3. Mujer e inmigración

3.1. La decisión de emigrar

Todos los procesos implicados en la decisión de emigrar deben ser analizados teniendo en cuenta la relación social de desigualdad que impone el género, que agrava la situación de las mujeres emigrantes, particularmente afectadas por problemas de integración en el mercado de trabajo de los países de destino: se acumulan los obstáculos y se enfrentan a una discriminación multidimensional. Así pues, la decisión de emigrar —la experiencia emigratoria en cuanto tal— es diferente para hombres y mujeres, debido a las desigualdades de género.

Se observa una feminización de la emigración, seguramente resultado de una estrategia de supervivencia de los hogares. Si bien el número de mujeres emigrantes siempre ha sido elevado, se incrementa el número de mujeres que emigra de forma autónoma, en tanto que cabeza de familia, y no por razones de agrupamiento familiar o matrimonio.

De alguna manera, la globalización ha dado lugar a un proceso de deslocalización de distinta naturaleza: las actividades que no pueden deslocalizarse porque han de estar próximas a la demanda (servicios) se cubren con mano de obra inmigrante (deslocalización de las personas); por su parte, las actividades que pueden ser deslocalizadas (industrias intensivas en trabajo) se dirigen a países menos desarrollados (deslocalización de las actividades).

Incluso, la distinta situación en países pobres y ricos permite hablar de una transferencia de las actividades de cuidados tradicionalmente realizadas por la mujer en los países ricos: empobrecimiento y aumento de las desigualdades en los primeros; envejecimiento, incorporación de la mujer al mercado de trabajo e insuficiencia de los servicios sociales en los segundos. El resultado es la externalización del trabajo femenino (contratación de mujeres), la transferencia de desigualdades de género y etnia entre mujeres y la generación de cadenas globales de cuidados.

3.2. Inserción laboral

De lo ya expuesto se puede deducir que la mujer se encuentra en una situación específica, al añadirse problemas propios a los que experimenta cualquier inmigrante. Las modalidades de inserción laboral tienen que ver con el sexo, la nacionalidad y la clase o estatus socioeconómico. Las mujeres inmigrantes se enfrentan a relaciones de poder asimétricas en las que ellas están en la posición más desfavorable por la acumulación de obstáculos: como mujeres se enfrentan al patriarcado, en origen y en destino; como inmigrantes (especialmente las del Tercer Mundo) se enfrentan a barreras legales y prejuicios sociales; como trabajadoras predomina la inserción en empleos precarios y marginales.

En el mercado de trabajo para mujeres hay una segmentación similar a la que tiene lugar entre géneros. En cierta forma, se refuerzan los roles de género al ocupar trabajos que las autóctonas no desean.

Las ocupaciones principales de las mujeres inmigrantes son el trabajo doméstico, la limpieza, la hostelería y los servicios sexuales (prostitución). Es decir, se da una sobreespecialización en ocupaciones de baja cualificación y feminizadas, afectadas negativamente por la discriminación de género. La consecuencia es una sobrecualificación aún mayor que en las mujeres autóctonas (en España, por ejemplo, afecta al 48% de las inmigrantes (al 57% de las nacidas fuera de la OCDE) y al 24% de las del país. El hueco en el sistema productivo del país de destino está relacionado con la mencionada transferencia de los cuidados debida a la externalización de tareas ya asignadas a la mujer (trabajo doméstico) en el esquema tradicional de la división sexual del trabajo.

4. Temas de reflexión

Para finalizar, y sin pretender agotar el problema, se pueden plantear algunos temas, en parte tratados en las líneas que anteceden, para orientar una necesaria y profunda reflexión sobre el problema.

En primer lugar, la inmigración es devastadora para la sociedad de origen y también para quien emigra, entre otras cosas por la evaporación del capital humano que supone, especialmente si es mujer.

En segundo lugar, la inmigración sitúa a la sociedad receptora ante un reto que, en el caso de las mujeres inmigrantes es doble: superar la xenofobia o el racismo en sus diversos grados y formas, por un lado, y el machismo, por otro.

Tercero, la mujer inmigrante se enfrenta a limitaciones aún más agudas en sus derechos de ciudadanía: limitaciones para ejercer derechos laborales y políticos en igualdad con el resto de la población; discurso y prácticas discriminatorias en su entorno laboral y vecinal; escaso grado de organización y articulación colectiva.

Para terminar, la vigencia efectiva de derechos fundamentales (libertad, integridad física) se contrapone, a veces dramáticamente, a usos culturales arraigados ¿Qué respuesta debe dar una sociedad democrática?

Algunas referencias

Colectivo Ioé (2005): «Inmigrantes extranjeros en España: ¿reconfigurando la sociedad?». Panorama Social, nº 1, pág. 32-47.

Naciones Unidas (2006): Estado de la población mundial 2006. Nueva York.

OCDE: International Migration Outlook (ediciones de 2006 y 2007). París.

Pereda, C. (Colectivo Ioé) (2007): «Dos claves para comprender las migraciones internacionales. El caso de España» Colloque International Migrants de la Cité a la Citoyenneté: Etat des lieux des recherches européennes. Luxemburgo, mayo de 2007.

Ramírez, C., García Domínguez, M. y Míguez Morais, J. (2005): Cruzando fronteras: remesas, género y desarrollo. Documento de trabajo. Instituto Internacional de Investigaciones y Capacitación de las Naciones Unidas para la Promoción de la Mujer (INSTRAW). Santo Domingo, República Dominicana.

martes, 15 de enero de 2008

Sobre el vial de Irubide

Publica estos días la prensa (ver Diario de Noticias del 15 de enero) que vecinos de la Txantrea han recurrido ante el Tribunal Administrativo de Navarra la aprobación definitiva del Plan Parcial Chantrea Sur, cuyo elemento central es el vial de Irubide. Se quiere presentar este vial como un cierre adecuado para el borde sur de la Txantrea y excusa para la construcción de viviendas (la gran coartada para los desmanes urbanísticos). Sin embargo, tal como está concebido y salvo modificaciones cosméticas para hacerlo más presentable, se trata de un vial de gran capacidad (dos carriles en cada sentido con mediana de separación). Su carácter de vía rápida se ve favorecido porque únicamente se prevén dos rotondas y en el tramo más próximo a Irubide. Se erige, pues, en una auténtica barrera entre la zona verde prevista (sólo prevista, habrá que ver si no es un señuelo para calmar de momento a los vecinos) y las casas.

¿Cuál es su finalidad? Además de esa función de «cierre», sería estrictamente vecinal. Pero para eso no hace falta un vial de gran capacidad. Habría que ver incluso si es necesaria la vía, aunque sea en forma de boulevard, como en su día propuso el PSN. Pero si se observa el mapa de Pamplona, se ve claramente que forma parte de un eje, parcialmente construido ya, que iría desde la variante de Burlada hacia San Jorge, San Juan o Landaben, pasando por El Vergel y el puente de las Oblatas, por lo que es susceptible de recoger elevados flujos de tráfico. El proyecto presentado es parcial, esto es, se ignora (quizá deliberadamente) el resto del trazado, de forma que terminaría a la altura del puente de la Txantrea en una vía de un carril en cada sentido, generándose un estrangulamiento, sobre todo para el tráfico que fuera en dirección al puente de El Vergel.

Es de prever, pues, que la siguiente actuación a proponer sería la continuación del vial hasta dicho puente, seguramente con un cambio de trazado respecto de la actual calle del Vergel (sinuosa y necesitada de intervenciones para convertirla no en un vial, sino en una vía urbana transitable en condiciones adecuadas por peatones). De modificarse el trazado, se invadiría, para colmo, una zona de alto valor ambiental y paisajístico destinada a actuar como pulmón verde de la ciudad (el meandro de Aranzadi), afectando probablemente al centro de educación especial y la residencia para la tercera edad allí localizados. Además, se crearía una nueva barrera entre San Pedro-Txantrea y las murallas (y por tanto el centro de la ciudad), que se verían igualmente agredidas. Por supuesto, el tráfico generado por el vial alcanzaría también a la Rotxapea (calle Río Arga hasta el puente de las Oblatas), una vía que también discurre entre las casas y una zona verde (el parque fluvial), con los riesgos que conlleva.

Sin olvidar que el proyecto afecta a una zona, el meandro de la Magdalena, cuyo uso y diseño final ha de ser cuidadosamente planeado, delimitándose la edificabilidad y preservándola como zona verde y de esparcimiento de alta calidad. No hay que descartar que todo esto no sea más que el primer movimiento para su urbanización completa, lo que constituiría una mala noticia.

En suma, la esencia del asunto es que se construye una vía de gran capacidad para conectar dos extremos del área urbana, atravesando el centro de la misma y afectando a zonas verdes de gran valor (Magdalena, Irubide, Aranzadi). Una barbaridad atendiendo a los cánones admitidos sobre diseño urbano, movilidad y sostenibilidad y que se agudiza en el caso de Pamplona, como ya ha reconocido la propia Mancomunidad, donde una política salvaje de aparcamientos en el centro y de fomento de la movilidad en vehiculo privado ha colapsado amplias zonas de la ciudad y genera enormes costes ambientales y para la calidad de vida de la población.

viernes, 4 de enero de 2008

Milagros, mentiras y privilegios

Una de dos, o la jerarquía eclesiástica y sus adláteres (neocatecumenales o Foro de la Familia, por ejemplo) son mentirosos contumaces o son capaces de repetir hasta la náusea el milagro de los panes y los peces. Porque es demasiada casualidad que cuando la Conferencia Episcopal alienta directa o indirectamente una manifestación, las cifras que surgen del proceso de razonamiento y la aplicación de técnicas de cálculo convencionales difieren sustancialmente de las que ofrecen los organizadores. Y si no, veamos.

Manifestación del 18 de junio de 2005. La imagen de Rouco con gorra de béisbol y gafas negras, ejerciendo de capo di tutti capi entre otros obispos de parecida guisa es imborrable. Pero más allá de la anécdota, los organizadores de la manifa dieron una cifra de 1.500.000 participantes. El cálculo del periódico El País, que puede calificarse de generoso puesto que se basaba en una ocupación de cuatro personas por metro cuadrado, estimaba la asistencia en 180.000 personas. El factor de multiplicación es, pues, de 8,33.

Manifestación del 30 de diciembre de 2007. Conmovedor e iluminador llamamiento de Rouco y García-Gasco en favor de la democracia y los derechos humanos. Hasta dónde llegará nuestra ignorancia que desconocíamos que ampliando derechos y libertades de los individuos se pone en peligro la misma democracia. Hay que decir en nuestro descargo que si san Agustín no pudo con lo de la Santísima Trinidad, ¿cómo vamos a poder nosotros, ignaros mortales, con semejante misterio? Pero vayamos a lo que interesa. La organización proporciona una cifra de 2.000.000 de asistentes. El periódico El País, aplicando una ocupación media por metro cuadrado de dos o tres personas, según zonas, obtiene un total de algo menos de 160.000 manifestantes. He de decir que no tengo una devoción especial por ese periódico, pero suele ser riguroso y certero en estos cálculos y, además, proporciona el método utilizado. A mayor abundamiento, es sintomático que en este caso la Comunidad de Madrid, fuente audaz, poco comedida y muy proclive al falseamiento de datos, no ha ofrecido ninguna estimación. El factor de multiplicación es de 12,5.

¿Qué pasa con el original, esto es, la multiplicación de los panes y los peces? Con ligeras variaciones, aparece narrado en los evangelios de san Marcos (6, 1-15) y san Juan (6, 30-46) (san Marcos vuelve a narrar un episodio similar unos capítulos más adelante, seguramente por despiste). Es el caso que con cinco panes y dos peces se dio de comer a una muchedumbre de 5.000 hombres. Y digo hombres porque no queda claro si sólo había hombres, si sólo se dio de comer a los hombres o si sólo se cuentan los hombres porque el resto (presumiblemente mujeres y niños) no es digno de consideración. Por no hacer cálculos complicados y tener que asignar ponderaciones a panes y peces, se puede admitir que, en una tesitura como la que había, con cinco panes y dos peces podían comer entre tres y cinco personas (en aquella época la dieta mediterránea consistía en cereales y vino). Esto significa un factor de multiplicación de 1.250, muy lejos, pues, de los émulos actuales.

Ciertamente, son posibles algunas correcciones sobre las estimaciones basadas en la ocupación del suelo. Por ejemplo, téngase en cuenta que en las dos manifestaciones había un buen puñado de asistentes que eran menores y que, por tanto, estaban haciendo bulto pero no asistían libremente. Dadas las características del colectivo al que se dirigían las convocatorias, cabe suponer que la proporción de menores es mayor que en un colectivo representativo de la población. Quedémonos con los que tienen menos de 16 años, que representan el 16 por ciento de la población española. Supongamos, pues, que en estas manifestaciones los menores de 16 años son el 20 por ciento. Añadamos a ello que los niños, pese a tener menos volumen, ocupan más espacio, ya sea por sus naturales necesidades de movilidad, ya sea porque van en carritos. Por no ser drásticos, rebajaremos los cálculos en una persona por metro cuadrado en ambas manifestaciones, salvo en la del pasado día 30 en las zonas de la calle de Génova, Castellana y Recoletos, donde se mantienen las dos personas por metro cuadrado de la estimación inicial. Con esta corrección, quedarían 135.000 asistentes en 2005 y 137.000 en la del día 30. Descontando los menores de 16 años, da un total de 108.000 y 110.000, lo que eleva el factor de multiplicación a, respectivamente, 13,90 y 18,18, todavía muy lejos del original.

Aún sería posible algún perfeccionamiento más sutil. Por ejemplo, ¿cabe contabilizar como asistentes a una manifestación en favor de la familia a personas que están retiradas de la vida familiar convencional y alimentan formas «familiares» peculiares, alejadas del estándar católico y de tipo cuasimilitar, con voto de obediencia y sometimiento disciplinario incluidos? Me refiero, claro está, a tantos clérigos como se veían en las dos manifestaciones. Pero la exclusión de ese colectivo tampoco va a mejorar tanto el resultado.

La conclusión más pertinente es, creo yo, que una mentira tan gorda no puede justificarse por el cándido afán de emular al Maestro (se quedan muy lejos de su proeza), sino por la pura ambición de engañar, siguiendo a otro maestro, el que decía que una mentira repetida muchas veces se convierte en una verdad.

Y un tema de reflexión. Ambas manifestaciones han tenido lugar para pedir la reducción de derechos (y eso es discriminación, no precisamente positiva) a personas concretas. Y a pesar de eso, siguen recibiendo cuantiosos fondos públicos (no se olvide que la dichosa crucecita de la declaración del IRPF es, exclusivamente, para los sueldos de curas y obispos). No hace mucho han propugnado el incumplimiento de la ley por funcionarios y ciudadanos ¿Qué pasaría si cualquier otro colectivo hiciera lo mismo? A qué espera Garzón para abrir un procedimiento de ilegalización de la Iglesia católica, meter en chirona a Rouco y sus secuaces e incautar los bienes eclesiásticos? ¿O es que las exigencias no son iguales para todos? ¿Va a resultar cierto que quienes forman el clero católico son ciudadanos superiores a los demás?